Vivimos
entre personas que no saben cómo ser imperfectas, eso es problema, pero el
problema todavía más grave es que parece que la mayoría no dejamos que los
demás lo sean.
Ocasiones
en las que una persona no sabe reconocer más que su incesante batalla por la perfección y la auto-exigencia. La única salida
de la infelicidad es dar la bienvenida a la imperfección.
Cuando
una persona no encuentre esa vía de escape, hazle saber que puede ser imperfecta,
permítele contar sus fracasos, ayúdale a que se muestre vulnerable, potencia su
autenticidad.
Las
personas necesitamos saber que podemos vivir cómo imperfectas para así poder
serlo. Abraza el hecho y entiende la bienvenida.
Baja
los brazos y déjate llevar por la dulce y vulnerable sensación de la
imperfección, ya que estás hecho de ella.
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